Cuidado con lo que dice Google de ti

La entrada de hoy, en la serie de colaboradores, viene firmada por José Ignacio Ruiz, Director Tecnológico de la Información de ASEVAL, la entidad de banca-seguros de AVIVA y Bancaja. Y con esa referencia profesional, poco más hay que decir para presentar al autor de la siguiente entrada, que va en la línea de uno de los temas que más me interesan: qué pasa con nuestra información en Internet: quién, cómo y dónde. Espero que disfruten con el post.

Leía hace unos días un artículo titulado Cuidado con lo que dice Google de ti, en el que se hablaba de la popularización de las redes sociales personales y de búsqueda de empleo, así como los blogs, que hacen que Internet pueda ofrecer datos que permitan que la balanza en un proceso de selección se pueda decantar en un sentido o en otro.

Efectivamente, a lo largo de nuestra corta, pero cada vez más intensa, vida ‘digital’ vamos dejando un rastro de datos personales a lo largo y ancho de Internet: preferencias, currículums, fotografías, vídeos, opiniones, etc. Lo normal es que dicha información la hayamos firmado con nuestro nombre y apellido. Estamos hablando de información que introducimos para sacar algún provecho, por puro placer, o simplemente porque estamos utilizando Internet como medio de relación en el mundo actual. Todo esto me hizo reflexionar sobre tres aspectos:

Primero, la importancia que puede tener toda esa información, en función del uso que los demás hagan de ella. Seguro que cuando subimos un video a YouTube, o damos nuestra opinión en un blog, o enviamos nuestro currículum para una oferta de trabajo, o realizamos una compra en eBay, o intercambiamos información a través de redes sociales, no estamos pensando en que alguien pueda estar interesado en usar precisamente esa información para utilizarla en contra nuestra o a nuestro favor. Quizás tendemos a pensar que Internet, con su gran tamaño, nos mantiene en el anonimato. Sin embargo, un estudio en el Reino Unido ha mostrado que el 62% de las empresas buscaron datos de sus candidatos en internet.

Segundo, el poder de Google. Hace ya mucho tiempo se decía ‘si algo no está en Google, no existe’. Tengo una amiga que nada más abrir el navegador lo primero que hace es abrir la página de Google para buscar cualquier dirección a la que se quiera dirigir. No teclea la dirección, la busca. En mi amiga, y creo que en la gran mayoría de jovenes que hoy en día navegan por Internet, se confirma el adagio anterior. Google es como el viento que les guía por las procelosas aguas de Internet para que no naufraguen. Ahora bien, cuando existen intereses comerciales de por medio y una posición de monopolio en la práctica, la información puede no ser lo que se nos muestra. Es facil manipular, intencionada o involuntariamente, la verdad que se muestra. Al final, en el mejor de los casos, la realidad que veremos vendrá dictada por un algoritmo de búsqueda implementado por algún programador.

Y tercero, relacionado con la Ley Orgánica de Protección de Datos, cómo podríamos pedir una tutela de derechos a la Agencia de Protección de Datos en el caso de que alguien utilice en nuestra contra parte de toda esa huella que vamos dejando por Internet, cuando hemos sido nosotros los que voluntariamente la hemos ido dando. ¿Sería imputable Google al proporcionar un motor de búsqueda a través del cual permite, recabando toda una serie de información, que nos hagamos idea del perfil de una persona? Al igual que en el mundo físico existe el Dumpster diving en el mundo digital, tan real como el físico, también se dan estas prácticas. Quizás podría denominarse Diginf foraging [Digital Information Foraging] . La búsqueda de información de personas o empresas a través de Internet para utilizarla con dudosos fines.

Seguro que muchos de ustedes estarán pensando que, en cuanto acaben de leer esto, encararán su nombre y apellidos hacia el siempre fiable viento de Google para ver hacia qué mares les lleva.

Espero sinceramente que no naufraguen, y que mis reflexiones no les hagan recelar de las nuevas tecnologías, si bien me permitirán firmar con un pseudónimo para preservar mis comentarios digitales aislados de mi persona física.

JIR