Diferencias culturales en protección de datos

A causa de la gestión de un proyecto europeo de protección de la privacidad de las personas y de la seguridad de sus datos en una empresa multinacional, tarea a la que llevo dedicado los últimos siete años de mi vida profesional, he tenido que estudiar las diversas leyes y normativas acerca de la protección de datos. Aunque están todas ellas basadas en la Directiva Europea y por tanto con textos legales muy similares, no sólo hay pequeños detalles que las hacen totalmente diferentes, sino que además la manera de interpretar y aplicar dichas leyes por los ciudadanos de cada país, convierten la protección de datos personales en algo muy dispar en requerimientos, riesgos y consecuencias, afectando de manera importante al coste de adaptarse a cumplirlas o simplemente ignorar que existen (ya que de todo hay en esta Unión Europea).

Si empezamos por el ámbito de aplicación, en algunos países se especifica que afecta a las personas físicas, en otros también a personas jurídicas, en otros además a todas las organizaciones legalmente establecidas, y para colmo existe un problema común ya que no hay manera de establecer el límite entre persona identificable y no identificable de una forma clara.

Otro punto a destacar es la manera en que la población de cada país percibe lo que son sus derechos; en algunos países se considera que la libertad de las personas es lo primero, y se entiende por tanto que esta libertad lo es tanto para ciudadanos como para empresas y entidades que puedan hacer negocio con los datos personales, lo que genera una situación opuesta a la pretendida por la ley. En otros países, pasadas épocas represivas hacen que el ciudadano perciba que eso de dirigirse al estado para ejercitar un derecho (los de acceso, por ejemplo) no estaría bien visto, y quién sabe si traería consecuencias negativas. En otras culturas, la libertad es un concepto ambiguo y por tanto uno ni se preocupa de sus datos personales.

A todo esto hay que añadir que el responsable de la privacidad de datos de una empresa no deja de ser un ciudadano más, que percibe los riesgos y requerimientos de cumplimiento legal de acuerdo a su propia cultura, ya no la del país donde se encuentra, lo que complica el asunto un poco más.

Si utilizamos los mismos parámetros para medir el grado de cumplimiento de la protección de datos, los resultados entre países son totalmente dispares, pero la percepción de riesgo es inversamente proporcional a éstos. Es decir, que quién mas riesgo pudiera tener por no haber hecho prácticamente nada en la protección de datos de carácter personal, percibe que tal riesgo no existe porque en su país no pasa nada si no se ocupa uno de estas cosas de la protección de datos. Como todo, esto tiene un coste en dedicación de recursos internos o externos, ya que si hay que solicitar un presupuesto para cumplir, es difícil que quien ha de aprobarlo perciba que es necesario y prioritario algo que en realidad piensa que no lo es.

Por ejemplo, en una gran empresa del Reino Unido, el responsable de protección de datos opina que poner nombres de los pacientes en las facturas dirigidas a la administración del hospital, no tiene ninguna implicación con la ley de protección de datos, pero por supuesto, el hospital requiere de inmediato la supresión de esta práctica. Y este es sólo un ejemplo; mientras que los hospitales del Reino Unido están en el punto de mira de la autoridad británica y se sienten vigilados, sin embargo ni siquiera los pacientes, los verdaderos afectados, se preocupan de que pasa con sus datos.

En el caso de incumplimiento ético y legal en la protección de datos, los empleados de la misma compañía tienen la obligación exigida por reglamento oficial, de reportar las incidencias producidas en su entorno, tanto si son motivadas accidentalmente, como intencionadamente, o la prohibición de tales prácticas, según el empleado se encuentre en Francia, España o Alemania, por ejemplo.

También en el ámbito de registro y documentación, las condiciones son dispares. La mayoría de los países europeos no exigen crear un documento que recoja las medidas de seguridad ni los ficheros y sistemas que los tratan, sin embargo otros como España, Italia o Polonia, exigen la creación y mantenimiento al día de su Documento de Seguridad y Política de Seguridad (no sé decirlo en polaco) o el Documento Programático y Disciplinare Technico respectivamente, con los costes y dedicación que este requerimiento conlleva.

Si registramos ficheros, las diferencias en los formularios son abismales y la reacción de las autoridades en el momento de aceptar o denegar el registro también. Un mismo fichero fue registrado en el Reino Unido en 48 horas, en España costó casi un mes, con requerimientos adicionales de información y en Portugal más de seis meses, tras sucesivas teleconferencias con la CNPD (autoridad portuguesa) y envío de documentación adicional. Otro ejemplo más de la disparidad de condiciones en esto de la protección de datos.

Por otra parte, en España tenemos fama de tener la ley mas restrictiva en protección de datos (léase la mas exigente) y sin embargo la Agencia Española, la AEPD, ha colaborado con la Polaca en la creación de su ley de protección de datos personales. El resultado final es una ley gemela de la nuestra, y un reglamento para chuparse los dedos, ya que el nivel de requerimientos de documentación de los sistemas informáticos raya la locura, además de sugerir que se implemente la seguridad de acuerdo a la ISO 17799. Eso sí, por el momento casi nadie conoce tal ley, y mucho menos el ciudadano polaco.

Si hablamos de Italia, el Garante (autoridad italiana) está haciendo auditorias por sectores para ver si consigue convencer a las empresas de que esto de la protección de datos va en serio. Sin embargo, el ciudadano italiano medio no sabe quién es el Garante ni a qué se dedica.

Y así sucesivamente, de tal modo que estandarizar normas y procedimientos dentro de una compañía multinacional es bastante fácil a la hora de escribirlos y publicarlos pero… ponerlos en práctica es una auténtica utopía. En unos países se considera vital y se agradece el soporte y en otros prácticamente estás molestando y creando problemas innecesarios. Y todos, bajo el mismo paraguas legal: la Directiva Europea.

Y si hablamos de controles y auditorias… eso lo dejaremos para otra ocasión.