¡Tierra trágame!

Esas debieron ser las palabras que pronunció el cónsul de Panamá en Canarias al ver la publicación de la noticia, después de haberse corrido una buena juerga en los pasados carnavales vestido de esta guisa. Parece que posiblemente le costará el puesto, cosa que por otra parte quizás podría discutirse, pero no es ese el tema.

Fíjense en el pie de la foto: Facebook.

Recordarán el caso del supuesto etarra publicando su CV y su domicilio en un portal de empleo, un congresista norteamericano publicando fotos marcando musculitos en una web de contactos, el director de cine Nacho Vigalondo “metiéndose en un jardín” al twittear un comentario políticamente incorrecto sobre el holocausto (parece que con alguna copa de más según confesión propia, pero de hecho le ha costado perder la campaña que estaba desarrollando para El País), …

¿La gente no se da cuenta de que Internet es un sitio PÚ-BLI-CO? En algunos de los casos citados evidentemente sí, aunque quizás no sopesen de manera adecuada las consecuencias. ¿Aún piensan que lo que publican en la web sólo lo ven ellos o, como mucho, sus amigos? ¿La gente no sabe que sus opiniones en Twitter no las ven sólo las personas a las que ellos siguen sino cualquier hijo de vecino que quiera hacerlo?

Todavía es relativamente frecuente encontrar perfiles “abiertos en canal” en Facebook, o con una configuración de privacidad deficiente. Personas que publican sus fotos bailando en la discoteca en un estado digamos “desmelenado” cuando están de baja por un esguince cervical… Hace no más de un año pude ver las fotos de la última borrachera publicada en Facebook por una persona a la que acababa de hacer una entrevista de trabajo. E incluso he visto situaciones tan delicadas, relacionando lo personal y lo profesional, que no puedo relatar ni siquiera sin mencionar a la persona que lo sufrió.

Por cierto, échenle un vistazo en Facebook al apartado “Cuenta – Configuración de la cuenta – Anuncios de Facebook”. Estarán de acuerdo conmigo en que lo que verán resulta cuanto menos “mosqueante”, sobre todo el comentario que viene a decir algo así como: “…de momento no lo hacemos, pero si esto cambiara en el futuro…”. En fin.

La realidad es que hay un grado de desconocimiento o, al menos, de inconsciencia de los riesgos relacionados con el uso “alegre” de las diferentes opciones que se nos ofrecen demasiado elevado. Porque no estamos hablando de personas a las que esto de las NNTT les ha llegado tarde y mal. Estamos hablando de personas de 25, 30, 40 años, acostumbradas al continuo avance tecnológico, que se han lanzado sin miedo a ese río que no para de ofrecer continuas novedades en este terreno, y que quizás por eso, por pensar que están integrados en él, tienen una falsa sensación de seguridad y de control. De entorno controlado.

Es una situación parecida a la experiencia que estamos obteniendo con los chavales en nuestro proyecto ProtegiTs. Somos la “generación tuenti”, ¿qué nos vas a descubrir que no conozcamos? Si es nuestro entorno natural… Y es cierto. Pero ahí está el riesgo. Se sienten tan seguros y naturales desenvolviéndose en ese hábitat, tan “sobrados”, que su nivel de relajamiento es directamente proporcional.

Parece que los incautos podrán tener una segunda oportunidad con la iniciativa del derecho a olvido que la Unión Europea está impulsando para poder eliminar de internet informaciones o episodios del pasado que les estén pudiendo perjudicar. Aunque parece que a los señores de Facebook no les parece bien