Secuestros virtuales

Recientemente hemos visto como en medios generalistas comienza a hablarse del concepto de secuestro virtual, una estafa que va a más y que puede afectar a cualquiera de nosotros.

Lo primero que hay que saber es que un secuestro virtual no es un secuestro. Es decir, no hay nadie secuestrado, aunque el delincuente trate de hacernos creer lo contrario.

Un secuestro virtual es una estafa en la que la víctima recibe una llamada en la que se le asegura que han secuestrado a un familiar suyo, y se le pide a cambio un rescate económico. Sin embargo, no existe tal secuestro, ya que la víctima está a menudo escogida al azar y la información del rehén está extraída de redes sociales u obtenida en de la propia víctima.

Las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado están informando sobre la forma de actuar de estos delincuentes, para poder identificarlos mejor:

ELECCIÓN DE LA VÍCTIMA

Tienen 2 formas de elegir a sus futuras víctimas:

  • Por los contenidos publicados sobre ellas en las redes sociales. De esta forma la información que proporcionan en la llamada es más creíble y la estafa tiene un mayor éxito.
  • Aleatoriamente, intentando obtener la información de la propia víctima durante la llamada.

LLAMADAS

Las llamadas se hacen tanto a teléfonos fijos como a móviles, pero en el primer caso el estafador tratará de que la víctima retome la llamada mediante un móvil para poder dirigirle hasta el locutorio más cercano donde hacer el envío del dinero como rescate.

CONVERSACIÓN

La conversación suele comenzar con una voz de un joven pidiendo ayuda y “rogando que se pague el rescate”, y a continuación otra voz pregunta: “¿Cuánto vale la vida de su familiar?”.

Al principio los estafadores decían que habían secuestrado al hijo de la víctima y uno de los autores simulaba la voz de un niño, pero esa simulación le quitaba credibilidad a la llamada y muchas veces destapaba el engaño, por lo que ya no se utiliza.

Durante la conversación, tratan de centrar toda la atención de la víctima mediante amenazas, para que no le dé tiempo a reflexionar sobre la llamada ni a comprobar el paradero real de su familiar.

RESCATE

El precio del rescate suele oscilar en torno a los 20.000 €, aunque aceptan otras cantidades para conseguir un envío rápido. Aunque inicialmente exigían a sus víctimas pequeñas cantidades, esto despertaba incredulidad, lo que ha hecho que incrementen el rescate solicitado.

FIN DE LA CONVERSACIÓN

El estafador continúa con la llamada hasta que la víctima cuelga, amenaza con ir a la Policía o localiza a su familiar, causando siempre el mayor desgaste psicológico posible.

RECOMENDACIONES

En caso de ser víctima de este tipo de delitos, debes tener en cuenta que:

  • No es una buena idea facilitar información personal a desconocidos, publicar demasiada información en nuestros perfiles de las redes sociales y tenerlos incorrectamente configurados. Toda esta información puede servir a los autores de las llamadas para hacer más creíble la simulación del secuestro.
  • En cualquier secuestro, el delincuente tiene que demostrar con una prueba de posesión que el secuestro es veraz. Por lo tanto conviene comprobar y cuestionar que el secuestro es real.
  • Si los secuestradores tratan de mantener una comunicación telefónica permanente con la víctima y le amenazan con dañar al rehén en caso de colgar, es un falso secuestro. Haciendo esto evitan que se pueda localizar al familiar manteniendo ocupado todo el tiempo a su interlocutor con todo tipo de amenazas, efectos de sonido y creando un escenario de control de movimientos falsos.
  • Debemos comunicar estos hechos a la Policía en la primera llamada para comprobar números de teléfono, cotejar voces y conseguir el esclarecimiento o descubrimiento de nuevos autores.
  • Si se exige el pago del rescate a través de servicios como Western Union o Money Gram, el secuestro es ficticio.

No debemos olvidar que las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado cuentan con equipos de investigación especializados en materias de secuestros para prevenir y minimizar estos fenómenos delictivos.