The blackout (I)

El pasado 31 de marzo una de las peores pesadillas de nuestra civilización tecnológica se hizo realidad en Turquía (no, no hablamos de Sálvame): gran parte del país quedó sin suministro eléctrico durante horas, lo que provocó la inevitable cascada de caídas en otros servicios esenciales: transportes, comunicaciones, abastecimiento de agua potable, etc. Casi inmediatamente, especialmente en ciertos ambientes, se abrió paso la idea de que el incidente se debió a un ciberataque. Esta idea se vio reforzada, inevitablemente, por el secuestro y asesinato de un fiscal por un grupo terrorista. Han pasado ya casi dos meses y, como suele ocurrir, apenas se ha vuelto a hablar de este asunto (lo que para ciertas mentes propensas a la conspiranoia es, sin duda, la mejor confirmación posible de esta hipótesis).

A los pocos días la primera explicación oficial atribuía el suceso a una gestión deficiente de ciertas operaciones de mantenimiento en la red que dejaron el sistema eléctrico turco expuesto a un riesgo grave, riesgo que a la postre acabó materializándose. Según esta explicación se habría tratado de un fallo exclusivamente técnico que acabó costando el puesto a Kemal Yildir, máximo responsable de la compañía estatal TEIAS. TEIAS es la empresa que gestiona el transporte de energía eléctrica en Turquía. He estado buscando algún informe oficial al respecto con el fin de cotejar los datos técnicos que sustentan esta hipótesis, sin resultado. Pero sí he encontrado dos artículos relativamente recientes que sostienen dos visiones absolutamente contrapuestas resumidas en titulares:

Se trata, evidentemente, de dos visiones tan opuestas como pudiera imaginarse de un mismo suceso. La primera de ellas no cita ninguna fuente y hace un alarde de sensacionalismo de proporciones bíblicas. La segunda cita fuentes oficiales y atribuye el caso a una serie de ‘catastróficas desdichas’.

¿Qué creer? ¿Por dónde empezar? En el caso del artículo del Observer, hay algo que chirría. El autor se atreve a citar el mecanismo por el cual se hizo caer el sistema eléctrico turco:

¿Qué significa “electric power system”? ¿Se refieren a la generación y el transporte? Se diría que sí, ya que se contrapone con la red (redes) de distribución. En ese caso el artículo prácticamente se autodesmiente a sí mismo. El autor, o su fuente, o ambos, desconocen por completo el funcionamiento de un sistema eléctrico de potencia y equiparan el corte de suministro experimentado por los usuarios a algo así como cerrar un grifo a voluntad. La realidad es, como veremos, mucho más compleja.

Los sistemas eléctricos transnacionales se encuentran entre las infraestructuras más complejas construidas por el ser humano. Su operación implica predecir la demanda futura de energía de millones de personas, programar la generación, transportar y finalmente distribuir la misma hasta el último punto de consumo de un país. Y todo ello en las condiciones de seguridad, calidad y continuidad que una sociedad industrial y tecnológica requiere. Para hacer esto el sistema (y sus operadores) deben responder a cambios que se transmiten por las líneas a la velocidad de la luz. A la vez que los sistemas han ido ganando tamaño gracias a la interconexión de sistemas más pequeños (primero de compañías eléctricas locales y posteriormente de redes nacionales) la estabilidad de los mismos se ha ido incrementando, de forma que el alcance de un incidente (una avería, por ejemplo) tiene una repercusión limitada, casi local. Los apagones que afectan a grandes áreas de un país o, incluso, un continente, tienen su origen en el temido efecto dominó. ¿En qué consiste?

Imaginamos que vamos circulando con nuestro vehículo por una autovía llana. Nuestro pie retiene el acelerador en una posición fija, la justa para mantener la velocidad en unos legales 120 km/h. Tenemos la quinta (o sexta) marcha engranada y no hay tráfico, por lo que no se requiere más actuación por nuestra parte que la de ajustar la dirección. De pronto, ante nosotros aparece una pendiente. Como estamos muy cómodos, nos cuesta reaccionar y, simplemente, dejamos el coche ir (no aceleramos). Ante la nueva demanda de par (subir la pendiente no es lo mismo que circular en llano) el motor reacciona bajando de revoluciones. Hasta cierto punto de la curva de par del motor, bajar de velocidad permite incrementar el par disponible. Pero si la demanda de par es superior a lo ganado por este mecanismo, el coche perderá velocidad, y en tanto no toquemos el cambio de marchas también lo harán las revoluciones del motor. Eventualmente pasaremos un punto a partir del cual reducir la velocidad no nos proporcionará más par, sino menos. Eso hará bajar aún más la velocidad, lo que a su vez nos proporcionará menos par, lo que a su vez… bueno. Ya me siguen. Al final el motor se cala. Para evitar esto tenemos que acelerar, introduciendo más combustible en el motor, y cuando estemos pisando a fondo, si aún así seguimos perdiendo velocidad, hemos de cambiar de marcha.

En un sistema eléctrico las cosas ocurren exactamente igual, ya que, al final, la curva de par de un generador eléctrico es similar a la de un motor de combustión interna. Las revoluciones del motor de nuestro coche son análogas a la frecuencia de la red, 50 Hz en Europa (un parámetro que se debe mantener a toda costa dentro de límites muy estrictos). Supongamos un sistema en condiciones de estabilidad, con varias centrales satisfaciendo la demanda de los usuarios de un país a los que la energía llega a través de una malla de líneas de alta tensión. Si por cualquier circunstancia, la que sea, un grupo de generación se detiene, el resto debe asumir la carga extra ya que la demanda no se reduce. En un primer momento hacen esto a consta de su energía cinética, es decir, reducen su velocidad y con ello la frecuencia, lo que activa un mecanismo de regulación que hace que se queme más combustible, o se turbine más agua, o lo que sea (el equivalente a pisar el acelerador). Con ello se restablece el equilibrio en 50 Hz para la nueva situación. Pero ¿qué pasa si el sistema hubiese estado en una situación crítica tal que la capacidad de generación fuese inferior a la demanda? En ese caso todos los generadores seguirán reduciendo su frecuencia irresimisiblemente. Cuando el siguiente generador cae, el proceso se acelera y al final todos están parados y mi país a oscuras.

Otro mecanismo posible está asociado no a la generación, sino a la capacidad de transporte. Si lo que ocurre es que una de mis líneas, por la razón que sea, queda fuera de servicio (es decir, dispara un interruptor que la desconecta) el resto debe asumir el transporte de esa energía hacia los puntos de demanda. Si la capacidad de transporte en la nueva situación es insuficiente, alguna línea se sobrecargará, lo que provocará a su vez su desconexión por disparo de una protección, and so all the way down… hasta otro cero de tensión. Por esta razón, los operadores de los sistemas eléctricos están continuamente evaluando las condiciones de estabilidad de la red, que siempre se mantiene de forma que sea tolerante a fallos (y, en última instancia, proporcionando a los operadores tiempo para reaccionar, lo que puede implicar realizar un deslastre, que no es otra cosa que desconectar voluntariamente amplias zonas prefiriendo el mal menor al mayor). Ello también afecta a la programación de las actividades de mantenimiento, ya que la desconexión de una línea puede afectar a la estabilidad en caso de fallo. Y también a la programación de la generación: como hemos visto, no solo hay que prever la demanda, sino que se dispone de capacidad para transportar la energía de los puntos de producción a su consumo, incluso en caso de fallo o avería.

Bien, ahora estamos en condiciones de entender la explicación oficial. Tal y como se cita, textualmente:

Es decir, el día 31 de marzo la energía consumida en el oeste del país se estaba produciendo en el este y transportando mediante un conjunto de líneas en estado crítico. Además:

Aquí tenemos la causa del efecto dominó. Un sistema en condiciones críticas sufre el disparo de una línea, lo que sobrecarga al resto y arrastra secuencialmente al resto con el resultado conocido.

Así pues, todo parece deberse a causas estrictamente técnicas y fallos humanos. Nada nuevo. ¿O sí? Nos encargaremos de dar respuesta a esta pregunta en la 2ª parte.