Aunque gurús varios llevan años vaticinando su muerte, el correo electrónico sigue manteniendo a día de hoy una salud de hierro, siendo parte fundamental de la operativa de muchas empresas. Y dado el uso omnipresente del mismo, es prácticamente imposible imponer cambio global alguno al funcionamiento del protocolo SMTP (diseñado hace décadas para que fuera robusto, no seguro).
Es por ello por lo que los atacantes siguen viendo el correo electrónico como un camino perfecto para penetrar en una empresa, ya que es un vector de ataque sencillo, dirigido y muy efectivo. En muchas empresas existen unos controles de seguridad básicos con respecto al servidor de correo electrónico, pero a día de hoy esos controles son insuficientes para detener ataques sofisticados.
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