La tecnología y el sabotaje asimétrico

En las últimas semanas, diferentes aeropuertos en Polonia, Noruega, Alemania o Dinamarca han sufrido perturbaciones mediante drones que han interferido en su funcionamiento normal. Vamos, que han sido saboteados. Estas acciones han vuelto a poner de manifiesto la eficacia de equipos relativamente baratos (y reutilizables en algunos casos) frente a sistemas de interceptación y defensa costosos. En pocas palabras: la asimetría de una acción, actualmente potenciada por la tecnología.

En WikiPedia se define el sabotaje como el “proceso por el cual se realiza una modificación, destrucción, obstrucción o cualquier intervención en una operación ajena, con el propósito de obtener algún beneficio para uno mismo o un perjuicio intencionado”. Podemos enfrentarnos a un sabotaje puramente tecnológico, por ejemplo, deteniendo durante más de un mes las operaciones de un fabricante británico de automóviles o retrasando varios años el programa nuclear iraní mediante un código dañino que altera el proceso de enriquecimiento de uranio. Pero podemos enfrentarnos también al factor humano, por ejemplo, a la influencia en personas para que tomen decisiones incorrectas, para que adopten posturas poco colaborativas o para que ralenticen la toma de decisiones clave.

El sabotaje es tan antiguo como los conflictos. Exactamente igual que el espionaje o la influencia. Y, al igual que con el espionaje o la influencia, la tecnología ha introducido ventajas clave para el saboteador. La tecnología no sólo facilita el sabotaje, sino que también multiplica los impactos y, además permite que actores hostiles con pocos recursos pongan en jaque a objetivos importantes. Agilidad, asimetría, accesibilidad, alto impacto, bajo riesgo… son algunas de las ventajas tecnológicas para el saboteador. Como lo son para cualquier operación de información donde la tecnología juegue un papel clave: guerra electrónica, operaciones en el ciberespacio, operaciones psicológicas…

En el año 2008, la Agencia Central de Inteligencia estadounidense desclasificaba un manual muy interesante titulado Simple Sabotage Field Manual. Este manual fue publicado por la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS, predecesor de la CIA) en enero de 1944 y caracteriza las acciones de sabotaje simple, aportando sugerencias para ejecutarlas o incitar a su ejecución. Este tipo de sabotaje es sencillo. No requiere de una planificación detallada, ni de herramientas específicas, ni de conocimientos especializados. Cualquier persona lo puede llevar a cabo con más o menos éxito, con materiales o equipamiento de uso común, o en ocasiones simplemente con la palabra o la actitud. Dicho de otra forma: hace más de 80 años ya existía un sabotaje asimétrico, asimetría que la tecnología ha incrementado de forma notable.

No debemos confundir el sabotaje simple con la asimetría; una operación de sabotaje asimétrico puede ser muy compleja y estar perfectamente planificada y organizada. Tanto en el ciberespacio como en el ámbito físico, una de estas operaciones puede llevarse a cabo por parte de individuos sin estructura ni organización, pero también por grupos organizados con muchos recursos, o incluso por actores estado, como los servicios de inteligencia o el ejército. En el caso de los drones, no podemos hablar de sabotaje simple (no son drones de bajo coste operados por civiles cerca de un aeropuerto, sino que muy posiblemente hay detrás un actor estado), pero sí podemos hablar de un sabotaje asimétrico. Drones militares, más grandes, más caros y con más posibilidades que los que compramos en una tienda de aficionados, pero drones, al fin y al cabo. Baratos, frente al coste de un avión o de interrumpir el tráfico aéreo de un gran aeropuerto. Sin riesgo directo para un piloto, ya que pueden ser manejados a decenas o cientos de kilómetros de su objetivo. Y causando no sólo un impacto directo, sino también generando sensación de inseguridad en la sociedad. Operaciones interesantes, ¿no?

En definitiva, las tecnologías como los drones o el ciberespacio potencian, junto a más ventajas, la asimetría. En el caso de los sabotajes, tanto desde los simples a los más complejos, estas tecnologías juegan un papel fundamental. Igual que en los años cuarenta del pasado siglo, cualquier persona puede realizar acciones de sabotaje sin grandes estructuras, herramientas o planificaciones. Las mismas que hace ochenta años, pero también las realizadas a través de Internet con un simple ordenador o las ejecutadas por proximidad de drones baratos, o de un sencillo puntero láser cerca de un aeropuerto. Y si esto lo pueden hacer actores individuales, imaginemos grupos organizados o actores estado.

Finalmente, una reflexión sobre las recientes operaciones de sabotaje con drones que han sido atribuidas a Rusia. En mi opinión, si el origen de estas acciones es Rusia, están más relacionadas con pruebas de fuerza para medir parámetros de la reacción europea que con un objetivo puro de sabotaje. Imagino que desde el punto de vista ruso es mucho más interesante saber hasta dónde está dispuesta a llegar la OTAN en la proporcionalidad de su respuesta, cuál es la postura de cada uno de los países miembros, cómo se gestiona internamente en cada país una posible respuesta a una agresión… que interrumpir por unas horas el tráfico aéreo. Deeply concerned, as usual.

Speak Your Mind

*