Seguridad sectorial (IV): eléctricas. Producción

Continuando con la seguridad del sector eléctrico que iniciamos el pasado lunes, vamos a comentar hoy aspectos relativos a la seguridad en la producción de energía, sobre todo en las áreas funcionales nuclear, térmica e hidráulica; el área funcional de energías renovables (por ejemplo, parques solares o eólicos) sufre menos amenazas y de menor impacto, siendo quizás el robo el mayor de los problemas a los que se enfrentan estos parques, cuya probabilidad se multiplica por su ubicación en lugares relativamente aislados.

Quizás las amenazas de mayor impacto en la producción eléctrica son las relativas a accidentes (fuego, fugas, explosiones…) y las relativas a terrorismo (bombas —físicas o lógicas, pero especialmente las primeras—, ataques con munición pesada, sabotajes…); en el caso nuclear es tal la preocupación general por el correcto funcionamiento de las centrales, debido a las implicaciones de un incidente, que existen normas nacionales e internacionales para garantizar su seguridad a diferentes niveles. En el caso de España, se considera poco probable un ataque de gran magnitud hacia una central nuclear por parte de ETA —sobre todo porque no resulta fácil para la organización terrorista hacer estallar un artefacto de magnitud sin poner en peligro la vida de sus miembros, y además porque un ataque indiscriminado de esa magnitud podría generar una movilización sin precedentes de repulsa social hacia la banda—; no obstante, las centrales nucleares sí que pueden convertirse en objetivo del terrorismo islámico, además de ser un objetivo prioritario en conflictos bélicos con otros países.

Aunque la seguridad de la información es crucial en todas las áreas funcionales de la producción eléctrica, desde la nuclear hasta las energías renovables, es especialmente en el caso de la producción nuclear donde la protección de la información es crucial, sobre todo su confidencialidad: todos los países están interesados en obtener información nuclear, especialmente de ensayos, del resto del mundo, y están dispuestos a gastarse mucho dinero para obtener estos datos. Y esto aplica tanto a los soportes digitales como al soporte papel, y por supuesto también al soporte “cerebro”: es especialmente importante controlar el conocimiento que ciertas personas pueden tener sobre el proceso, las instalaciones, etc., así como blindar —contractual, económica, legalmente…— su vinculación con la empresa hasta cierto punto.

Como amenazas particulares en la producción hidráulica, nos encontramos ante las catástrofes naturales (rayos, inundaciones, desprendimientos…) a las que, por la ubicación física de las centrales, éstas se encuentran expuestas; es menos habitual el ataque terrorista, ya que aunque se trata de ubicaciones perfectas para el ataque (aisladas y de difícil acceso, no vigiladas…), la repercusión que tendría el mismo no sería muy elevada salvo en el caso de voladura completa de la presa, para lo cual se necesitarían grandes cantidades de explosivos. En estos casos, se añade también la amenaza de robo, ya que no suele haber personal en muchas centrales, y mucho menos personal de seguridad, por lo que los materiales de la central se convierten en un objetivo fácil para los ladrones (sobre todo el cobre).

Para finalizar es necesario hacer referencia, sobre todo en el caso de la producción nuclear, y en menor medida, en la producción térmica, a las amenazas relativas a vandalismo y revueltas, por la polémica que sobre todo el uso de la energía nuclear siempre genera: manifestaciones, actos vandálicos… que por lo general no se materializarán en problemas de gran impacto, pero sí que pueden dañar elementos estructurales de protección —típicamente, del perímetro— o incluso paralizar la producción durante un tiempo indeterminado: intrusiones por parte de activistas, bloqueo del paso de mercancías o personas, etc.

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