El deporte como Soft Power para las grandes potencias

El ciberespionaje se ha incrementado hacia las organizaciones deportivas antidoping. Entre 2016 y 2018 se han identificado diversos ciberataques a importantes organizaciones internacionales antidoping. Como cita A. Villalón en su post sobre la actividad del GRU en octubre de 2018el NCSC británico acusó públicamente al GRU de actividades de ciberespionaje contra la agencia WADA (World Anti-Doping Agency)”. También se les atribuyen los ciberataques a la organización IOC (International Olympic Committee Antidoping) y la CCES (Canadian Center Ethics for Sports) donde presuntamente entre sus principales objetivos estaba captar las credenciales de los oficiales y técnicos antidoping para posteriormente poder acceder a la información clasificada. Otro técnico antidoping, en este caso de la USADA (US Antidoping Agency), el cual estaba ubicado en Río de Janeiro durante los Juegos Olímpicos, le fue comprometida su cuenta de email desde la wifi del hotel por presuntos agentes del GRU (se recomienda la lectura de los posts de A. Villalón sobre el GRU, la Unidad 74455 y 26165). Por los diferentes acontecimientos relacionados con el ciberespionaje dentro de las organizaciones internacionales antidoping, podemos apreciar que el deporte internacional posee más relevancia para las superpotencias mundiales, como Rusia, de la que muestran a priori.

El deporte siempre ha sido una herramienta psicosocial útil ([4]) para que los gobiernos de superpotencias puedan incentivar determinadas emociones, sentimientos e incluso valores entre sus ciudadanos. Los éxitos deportivos nacionales de un país generan sentimientos de unión social, rebajando una posible tensión ideológica de los mismos. Existe un efecto psicosocial ([7]) donde la sociedad tiende a vincular su sentimiento patriótico y de identidad nacional con los éxitos deportivos internacionales de su país. [Read more…]

La CCI rusa (VIII): GRU

gru_emblemEl único de los grandes servicios rusos que, como ya hemos indicado, no es un heredero directo del KGB es el GRU (Glavnoye Razvedyvatelnoye Upravlenie), unidad militar 44388, cuyo objetivo es proporcionar inteligencia al Ministerio de Defensa, a la cúpula militar y a las fuerzas armadas rusas en su conjunto. Este servicio está dedicado a la inteligencia militar, desde la estratégica a la operativa, trabajando no sólo en un sentido exclusivo de defensa, sino abarcando también otros aspectos como la política o la economía ligadas al ámbito militar, y en especial la inteligencia exterior –en ocasiones junto al SVR-; desde el año 1996, tiene encomendada la misión de adquirir incluso información relativa a ecología y medio ambiente. Para ejecutar estas tareas, el GRU dispone de todo tipo de capacidades, desde IMINT hasta HUMINT, pasando por OSINT y, por supuesto, SIGINT, capacidades que le dotan de un ámbito de actuación e influencia internacional y que permiten al GRU “actuar en cualquier punto del mundo donde pudiera surgir la necesidad”, según declaraciones del General Valentin Vladimirovich Korabelnikov, en una entrevista concedida en 2006, cuando era Director del GRU.

El GRU es sin duda el más opaco de los servicios rusos y posiblemente el mejor de ellos; se trata de un grupo que mantiene ciertas reminiscencias soviéticas –recordemos que sobrevivió al KGB- e incluso que considera “occidentalizados” a otros servicios como el FSB. Como curiosidades, el GRU recluta a sus agentes entre las clases “proletarias”, preferentemente a personal sin conocimientos de idiomas, y entre sus supuestos cometidos está el enterrar armas en territorio hostil para poderlas utilizar en caso de conflicto; no dispone de servicio de contrainteligencia (función ejercida por el FSB) ni tampoco de oficina de prensa (realmente, el GRU no es más que una Dirección General dentro del Ministerio de Defensa ruso) o página web oficial ([1]). Gracias a sus métodos de trabajo, es el servicio de inteligencia que menos desertores ha tenido en la historia soviética y rusa.
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