El 7 de noviembre pasado el Tribunal Constitucional (TC) hizo pública una sentencia mediante la que rechazaba conceder amparo a un pedófilo condenado a 4 años de cárcel por la Audiencia de Sevilla que alegaba que se había atentado contra su derecho a la intimidad (ver sentencia).
Les resumo el caso. Un “caballero” lleva a una tienda de informática su portátil para que le cambien el DVD. El técnico que repara el equipo detecta contenidos pornográficos con menores en el equipo, y lo pone en conocimiento de la Policía Nacional, que interviene el portátil, confirma los hechos y lo pone en manos del juzgado.
Mi primera reacción al leer el titular de la noticia es de satisfacción. Otro mal nacido sobre el que cae el peso de la justicia. Pero al leer con un poco más de detalle la noticia y hacer una lectura rápida de la sentencia empiezo a preocuparme y aun a riesgo de no ser comprendido por tratarse del caso de que se trata, me gustaría compartir con ustedes una serie de reflexiones.