FSM criptoanálisis WEP (I)

Es de sobra conocido que el algoritmo de seguridad inalámbrica WEP presenta numerosas vulnerabilidades que hacen que su despliegue en redes 802.11 represente una puerta abierta a cualquier atacante. Una de ellas y quizás la mas significativa es la que utiliza técnicas estadísticas y de fuerza bruta para recuperar completamente la clave de cifrado. A continuación, y en sucesivas entradas, trataremos de determinar los entresijos de estas técnicas.

La vulnerabilidad descubierta por Scott Fluhrer, Itsik Mantin y Adi Shamir, y a la que a partir de ahora nos referiremos como FMS, trata de explotar diversas carencias en el algoritmo RC4 que permiten la obtención de la clave de cifrado utilizando para ello ataques estadísticos. Con la diferencia de que este ataque supone una vulnerabilidad total del sistema de cifrado WEP, ya que no sólo es posible desencriptar un paquete de datos, sino que es posible obtener la clave permitiendo el acceso total a la red inalámbrica y a los datos que por ella circulan. Son muchos los estudios posteriores que se han realizado a partir de la investigación de Fluhrer, Mantin y Shamir (FMS, en adelante), y que mejoran su trabajo reduciendo el tiempo de recuperación de la clave. Básicamente esta vulnerabilidad se centra en el modo de operación de RC4 y sus dos módulos KSA y PNRG ya comentados en secciones anteriores. El estudio demuestra matemáticamente la existencia de un vulnerabilidad en la fase KSA del algoritmo RC4. Trataremos de evitar —dentro de lo posible— la complejidad matemática asumiendo algunos hechos que pueden ser consultados y analizados mas a fondo en el artículo de FMS.

Pasemos a definir qué es lo que hace tan vulnerable a este algoritmo de cifrado, estableciendo dos premisas claves. En primera instancia como ya sabemos, todo texto plano a trasmitir lleva como prefijo 3 bytes del vector de inicialización IV y que hacen única a la trama. Por otra parte FMS observaron mediante el estudio del tráfico de una red 802.11, que los tres primeros bytes de la trama en texto plano generalmente son los mismos: “0xAA:0xAA:0x03”. Dichos bytes son los pertenecientes a la cabecera SNAP (Subnetwort Access Protocol. Véase B. Schneier. Applied Cryptography. Protocols, Algorithms, and Source Code in C. John Wiley & Sons, Inc. 1994.) e identifican al protocolo. Dadas estas dos premisas analizaron la relación que existía entre los IVs de la cadena que conforma la entrada al algoritmo KSA y la clave maestra de cifrado, observando que ciertos IVs reflejaban información acerca de dicha clave. A estos vectores de inicialización los llamaron WeakIV o IVs débiles. Pudieron llegar a la conclusión, y esto se reserva como consulta a su articulo, de que los IVs débiles tenían la forma

[A+3, 255, X]

donde “A” es el índice del primer byte de la clave maestra y “X” es un valor cualquiera. Así pues, para un valor de “A = 0″ estaríamos haciendo referencia al primer byte de la contraseña. Como ya comentamos anteriormente, estos 3 bytes de forma característica, son concatenados a la clave maestra formando la cadena de entrada al algoritmo KSA, por lo que una encriptación WEP de 64 bits tendría como vector de entrada la siguiente cadena:

[A+3, 255, X, ?, ?, ?, ?, ?]

donde los signos “?” representan la clave que tanto la estación como el Acess Point conocen. Cabe destacar que para una encriptación de 128 bits los caracteres “?” se extenderían hasta 13. Y con esto lo dejamos por hoy. Mañana entraremos a analizar el algoritmo KSA, para rematar el viernes con el último capítulo de la serie.

Ni tanto ni tan calvo…

La semana pasada un compañero de trabajo, J., me contaba que había decidido empezar a utilizar la banca electrónica, y evitar de este modo tener que desplazarse a la oficina o al cajero para realizar consultas o transferencias económicas. Puesto que no le era posible realizar la consulta personalmente, le había pedido a su progenitor que se acercase a la sucursal y se informase de toda la documentación y trámites necesarios para activar el servicio en cuestión, servicio que sabía que su entidad bancaria ofrecía gratuitamente.

Y así lo hizo éste.

Ese mismo día, al llegar a casa, su padre le entrega todo el papeleo que le habían entregado en el banco: información identificativa como el nombre, apellidos, y DNI, más otra algo más sensible: número de cuenta del cliente y todos los códigos necesarios para la realización de trámites por Internet. Todo ello obtenido sin necesidad de presentar ningún documento que acreditase la identidad de ninguna de las dos personas, ni ninguna declaración de autorización ni fotocopia del DNI; y tampoco porque hubiese una relación de amistad entre el empleado del banco y el padre de mi compañero (que ni aun así, pero bueno…). No; todo lo que hizo falta fue decir un nombre y apellido.

Aunque es cierto que, en mi opinión, las medidas de seguridad de las entidades bancarias suelen estar a la altura de las circunstancias (más les vale), casos como este son una de las razones para no bajar nunca la guardia. Y es que teniendo en cuenta lo que se juega uno, no es como para tomárselo a broma…

(Si quieren saber el final del cuento, J. puso una queja formal, tras la que recibió una llamada del director de la sucursal pidiendo disculpas y asegurando que algo así no volvería a pasar).

Usuario: mhyklo Password: 1234

Muchos usuarios de sistemas informáticos debemos almacenar en nuestra memoria gran cantidad de contraseñas, que pueden llevarnos a malas prácticas como por ejemplo: usar siempre la misma contraseña para todo, utilizar contraseñas derivadas de una que ya tenemos, contraseñas de longitud corta para poder acordarnos, utilizar alguna contraseña relacionada con nosotros como puede ser nuestra fecha de nacimiento o DNI, etc.

La solución a este problema puede encontrarse almacenando estas claves en un dispositivo que siempre llevemos con nosotros y que permita almacenar las contraseñas de manera segura, lo que implica que si alguien que no somos nosotros accede al dispositivo no pueda disponer de ellas. Entre estos dispositivos podemos encontrar Blackberrys o PDAs, que disponen de software con esta funcionalidad, entre otros. Aún así no todos los usuarios disponemos de este tipo de dispositivos, y plantearse una inversión en un “trasto” así para únicamente almacenar las contraseñas no parece del todo coherente. Entonces cabe plantearse la siguiente pregunta: ¿existe algún dispositivo que todo usuario lleve siempre consigo y en el cual almacenar las claves pueda ser rápido, cómodo y seguro? Esta pregunta hoy en día tiene respuesta: el móvil.

Para poder almacenar de manera segura las contraseñas en el móvil existe entre otros, el software “Freesafe. Únicamente se deberá disponer de una contraseña “muy fuerte” que dé acceso al resto de contraseñas. Este software utiliza la librería criptográfica “The Legion of the Bouncy Castle“. Este sistema cumple los requisitos que comentábamos, ya que el móvil a día de hoy es parte prolongada de cualquiera de nosotros, y el software indicado almacena las contraseñas de manera segura en nuestro móvil. El único inconveniente de este software es que está por el momento limitado a ciertos móviles, pero todo es cuestión de “Bucear por Google” y encontrar un software que realice estas funciones para el nuestro.

Con esta solución (aunque seguro que existen más alternativas) uno puede disponer de contraseñas robustas y diferentes en todos los accesos que realice, sin la excusa de tener poca memoria.

Nunca es tarde si la dicha es buena

Queridos lectores, vuelvo de mi baja temporal (“cervicalgia aguda con impotencia funcional“), mis vacaciones y un “de moderado a intenso” dolor de cabeza con la sorpresa —noticia que probablemente muchos de ustedes ya conozcan— de que el pasado 21 de diciembre fue finalmente aprobado en el Consejo de Ministros el Nuevo Reglamento de la LOPD, que como saben carecía de uno y hacía uso del reglamento de la derogada LORTAD.

Puesto que al parecer no se ha publicado éste aún en el BOE, y como es pronto y sería algo insensato por mi parte ponerme a reflexionar sobre las modificaciones que introduce, les dejo el enlace de la Moncloa donde pueden al menos ir abriendo boca; estarán ansiosos por leerlo. No se preocupe, seguro que tenemos tiempo para alabar y demonizar las novedades del nuevo texto.

Nada más. Felices vacaciones a los privilegiados que las estén disfrutando, y feliz año 2008 al resto, como antes, con un poquito de retraso.

Falsos positivos

Esta mañana he tenido que realizar la visita a un cliente. El problema que me comunicó ayer por la tarde es que su navegador web no le mostraba ninguna de las páginas que solicitaba, pero en cambio el cliente de correo funcionaba sin problemas. Curioso, comprobé que no era problema de DNS, ya que el nivel de seguridad estaba configurado igual que en el resto de navegadores que su red local. La única pista que tenía era que suponía que todo se había producido tras una actualización del sistema operativo.

Así que acudo a la cita para solucionar el problema, puesto que se trataba de una persona de cierta responsabilidad y no debía realizar gestiones a través de internet desde otro equipo que no fuera el suyo. Tras darle un par de pensadas y comprobar que efectivamente la configuración de red era la correcta, recordé un caso que me había pasado hace tiempo.

Me dirijo a la configuración del software antivirus (que incorpora funcionalidad de firewall personal) y ahí estaba el problema. Este programa había detectado la actualización del navegador como un cambio en un software que solicita salida a internet, como un si se tratara de un troyano; mi cliente había confiado plenamente en el corttafuegos personal y éste había tomado la decisión por sí mismo de bloquear el ejecutable.

Es necesario recordar algo que se menciona en numerosas ocasiones; este tipo de herramientas, así como las de detección de intrusos y similares, se mueven por patrones de comportamiento, pero es un entrenamiento adecuado de dicho software el que puede conseguir, que por sí solo, se comporte con la inteligencia y la capacidad de decisión que esperamos de él. Mientras esto no sea así, no dejemos de lado al operador humano y echemos un vistazo por si las moscas.

(N.d.E.: Nos van a disculpar si la frecuencia de actualización disminuye —quizá de manera sensible— durante estos días, pero entre el turrón, los Reyes Magos, unas cosas y otras, no sabe uno de dónde sacar el tiempo para todo…)

El cazador cazado

Cada vez más, tanto los particulares como las empresas realizan uso de las tecnologías inalámbricas en su infraestructura técnica. La posibilidad de tener conectividad entre dispositivos sin necesidad de cables permite un alto nivel de movilidad que resulta muy útil en determinadas circustancias.

No obstante, las tecnologías inalámbricas presentan algunos riesgos inherentes a su medio físico de transmisión, es decir, el aire, lo cual incorpora un factor de riesgo tanto en cuanto a eficiencia como a seguridad.

Evidentemente no podemos certificar “el aire” de nuestra oficina como lo hariamos con un cable de red para verificar la calidad de la conexión, pero este es un tema de eficiencia que quizá sea más conveniente tratar en otro artículo. Por el momento en este artículo nos vamos a referir al otro aspecto destacable de este tipo de redes, que es la seguridad.

Históricamente la tecnología Wifi (802.11) ha adolecido de diversos problemas de seguridad que han permitido a los intrusos entrar en nuestras redes inalámbricas, bien sea en nuestra red doméstica para obtener un acceso gratuito a Internet, bien sea a la red de nuestra empresa para obtener información sensible, y evadiendo de esta manera las restricciones de nuestro cortafuegos.

Una de las vulnerabilidades existentes en la tecnología Wifi es la posibilidad de suplantar puntos de acceso. Según el protocolo, varios puntos de accesos que presenten en mismo SSID corresponden a una misma red, por lo que cada dispositivo inalámbrico escoge de entre todos los puntos de acceso sobre los que tiene visibilidad el recibe con mayor potencia, lo cual a priori le permitirá disfrutar de una mejor calidad de señal.

Pero, ¿qué pasa si un intruso configura un punto de acceso falso con nuestro mismo SSID? Esto puede verse en el diagrama siguiente:

Efectivamente, si el intruso consigue que su señal llegue al destinatario del ataque con más potencia que alguno de los puntos de acceso reales, el equipo cambiará de punto de acceso (o se conectará al falso directamente sin pasar por el verdadero) y pasará a utilizar el falso, permitiendo de esta manera al intruso realizar todo tipo de ataques de Sniffing, Man-In-The-Middle y una gran variedad de otros ataques.

Una de las cosas que puede hacer es un ataque de DNS Spoofing (o suplantación de DNS), como se muestra en el diagrama adjunto.
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Un viaje en metro por la gran ciudad

Ayer, como muchos otros días, iniciaba mi día laboral viajando en mi transporte público favorito: el metro, el cual me permite divagar, pensar, y reflexionar mientras viajo. O algo parecido. El caso es que observé que en el espacio que separa los vagones del metro hay un cartel que prohíbe quedarse detenido en ese espacio por cuestiones de seguridad, alertando de un riesgo si te detienes en ese lugar. Acto seguido me fijé y ví que por lo que parece éste es un sitio habitual de estacionamiento para los viajeros, y que incluso muchos de ellos se apoyan en las gomas que son usadas como interconexión de los vagones; que todo sea dicho, parecen bastante apetecibles y cómodas, y más a primera hora de la mañana (se asemejan a una colchoneta típica con la que uno va a la playa). Este problema es un tema relacionado con la responsabilidad de cada viajero, para lo cual sería necesaria una concienciación mayor de los pasajeros acerca del cumplimiento de las normas y la señalización. Pero, ¿es suficiente con poner ese cartel, o por el contrario es necesario tomar más medidas más restrictivas?

Por poner un ejemplo de una situación en la que no es suficiente con que haya un cartel que prohibe una acción, ¿cuánta gente no respeta la señal de prohibición en autopistas de circular como máximo a 120 km/h? A causa de ello se han tomado una serie de medidas (multas, sanciones penales, etc.) para concienciar al conductor de que debe respetar las normas de circulación, dado que las consecuencias en este caso son fatales. Todas estas situaciones, que reflejan cómo es el comportamiento natural de nuestra sociedad, pueden ser trasladadas al campo de la informática: en la gran mayoría de ocasiones no es suficiente únicamente con advertir del peligro al usuario sino que es necesario tomar las medidas pertinentes. Por lo tanto, en última instancia uno se debe plantear, como en el caso del cartel del metro, si es suficiente con la presencia de éste ó por el contrario deben establecerse medidas para que el cumplimiento sea efectivo.

La conclusión que obtuve de esta pequeña reflexión es que esta sociedad necesita madurar, dado que si ni cuando las consecuencias pueden ser fatales se respetan las normas, ¿por qué se van a respetar en el caso de que no lo sean? Y aplicando esto a nuestro campo, un profesional de la seguridad informática deberá siempre tener en cuenta que cualquier medida restrictiva y preventiva nunca estará de más. Les invito finalmente a realizar el siguiente ejercicio, párense durante 5 minutos (no más) y piensen: ¿cuántas normas/restricciones/reglas no cumplimos o nos saltamos a veces en nuestra vida cotidiana? Cada uno que obtenga sus propias conclusiones ;).

Como *no* hacer las cosas

Hace unos días, leyendo una entrada sobre la evolución del spam de un conocido tecnólogo 2.0 (con el que, a título personal, estoy habitualmente más que en desacuerdo), me sorprendió —relativamente, visto lo visto— encontrar comentarios como los siguientes:

«En la cuenta de mi trabajo recibo más de mil correos diarios de spam. […] Ahora simplemente tengo una cuenta de Gmail que “chupa” el correo de mi trabajo y aparta el spam. Por último bajo lo que queda, el correo “bueno”, vía POP […]»

«Hace ya 6 meses que “puenteé” mi email de trabajo a través de Gmail, puesto que los filtros antispam de mi proveedor dejaban mucho que desear»

Estas dos declaraciones son, si aprecian su trabajo y le dan alguna importancia a la información que manejan en él —sea del tipo que sea—, otro ejemplo de cómo no hay que hacer las cosas.

¿Dónde están las copias? matarile-rile-rile…

Hace unas semanas, al entrevistar a un usuario durante la realización de una auditoría, le preguntamos si poseía portátil corporativo y lo llevaba a casa consigo. Efectivamente, como suele suceder en cargos de cierta importancia, nos confirmó que así era, pero que además, él mismo realizaba las copias con una grabadora de DVD de su casa y que dichos soportes los guardaba en su domicilio. Como anécdota, al darse —sólo parcialmente— cuenta del problema, se apresuró a decirnos que por supuesto, su mujer y él eran una misma unidad.

Entrar en el tema del portátil no es la intención de esta entrada, ya que podríamos empezar y no parar; se puede escribir un libro con las no conformidades y problemas a los que puede dar lugar, así que lo dejaremos para otro día. En su lugar, y de manera breve ya que muchos de ustedes estarán ya pensando (como mínimo) en el puente (para algunos) que viene, quería hablar de esas copias en DVD que esta persona almacena en su casa —probablemente con la mejor voluntad del mundo— estrictamente desde el punto de vista del RMS. Y digo esto porque a fin de cuentas, almacenar copias de información corporativa en casa de uno puede ser una actividad poco recomendable en unos casos (la mayoría) y justificada en otros, pero me aventuro a afirmar que por lo general no supone una infracción de ninguna reglamentación legal. Almacenar datos de carácter personal de los que la empresa es responsable, en la propia vivienda, eso sí lo es.

Y lo cierto es que es más habitual de lo que parece que un directivo, director de departamento o persona de cierta responsabilidad de la empresa decida hacer y —sobre todo— almacenar las copias en su propia casa, mediante un disco duro portátil, CDs, DVDs, llaves USB o, peor aún si cabe, en su propio equipo personal, al que pueden tener acceso terceras personas o que puede estar conectado a una línea ADSL privada de dudosa seguridad. Esto puede ser debido a una mala política de copias de seguridad por parte de TI, a una falta de confianza justificada o injustificada en el personal técnico, a un exceso de celo sobre los —incorrectamente considerados— datos propios, o a cualquier otra razón; en cualquier caso, insisto, desde el punto de vista del RMS, ninguna de estas causas es una razón justificadora, aunque muchas veces sea comprensible. Como comprenderán, en el caso particular que les mencionaba al principio, analizar los artículos que inciden en el registro de entrada/salida de soportes, o la necesidad de que la salida de éstos fuera de los locales en los que esté ubicado el fichero deba ser autorizada por el responsable del fichero, resulta un poco kafkiano desde el momento en el que tales soportes no salen, sino que se crean directamente fuera de las ubicaciones inventariadas, pero imagino que adivinan por dónde voy.

Es decir, si no quiere usted tener que inventariar su comedor o despacho en el Documento de Seguridad como zona de acceso restringido, no quiere tener que llevar un registro de entrada a su casa (sus amigos van a mirarle muy raro), o no quiere llevar a los auditores a su casa —imagine la cara de su pareja y sus hijos— para que examinen las medidas de seguridad, no guarde copias de seguridad en su casa. Si no desea que su casa se convierta en una prolongación de su empresa, repito, no guarde copias de seguridad con datos de carácter personal en su casa. Su pareja se lo agradecerá —Manolo, ¿es necesario que la puerta del comedor sea acorazada y haya cámaras de seguridad en el recibidor?—, sus hijos se lo agradecerán —Daniel, ¿has vuelto a perder tu tarjeta identificativa? ¿Y esta chica que va contigo, ha firmado en el registro de entrada?—, y en caso de sufrir una inspección de la AEPD, su empresa se lo agradecerá.

Háganos caso, y pase un buen y largo fin de semana.

El justiciero que llevamos dentro

A finales del pasado mes leí un artículo de Raúl Morales titulado “Proponen nodos suicidas para proteger las redes de los hackers”. En él se comentaba la propuesta de la Universidad de Cambridge para la protección de redes descentralizadas o distribuidas: permitir a cualquier nodo de una red terminar con un nodo considerado malo con la contrapartida de que el nodo “ejecutor” se vea obligado a “suicidarse” (desconectarse) como justificación al acto de “eliminación” de ese nodo malo (en pocas palabras, doy mi vida por el bien común).

Hay que remarcar que se trata de una propuesta, y claro, para eso estamos los “chicos” de Security Art Work, para sacarle punta a (casi) todo. Teniendo eso muy en cuenta, ¿qué soporte tiene esta propuesta? ¿No nos lleva a sacar al justiciero que llevamos dentro?

Puesto que los investigadores de Cambridge se basan en la naturaleza para establecer este mecanismo de autodefensa (las abejas atacan con su aguijón perdiendo con ello la vida), se puede establecer como hipótesis de trabajo el argumento contrario basado en la naturaleza humana, por ejemplo, los terroristas suicidas. Al otorgarse total derecho a eliminar nodos malignos sin otro fundamento legal que la obligación de desconectar nuestro propio nodo, esta medida podría utilizarse por parte de grupos criminales con gran capacidad para establecer nodos “nacidos para el suicidio”, de manera que, al amparo de esta propuesta, se dediquen a destruir con carta blanca nodos que realmente no tienen actividad sospechosa o delictiva.

Por otro lado, de sobra es conocida la existencia de mecanismos reguladores para la obtención de licencias de armas, en los que se deben pasar exámenes médicos y psicológicos que ratifiquen nuestra capacitación. Si la libertad de agredir a otro nodo está al alcance de la mano de cualquiera, por muy loable que sea el fin de esta acción, podremos llegar al caso de nodos de “gatillo fácil”, es decir, nodos que no estén lo suficientemente preparados o entrenados para distinguir patrones de ataques que en algunos casos puedan tratarse de falsos positivos (mi nodo pensó que el tuyo era maligno).

Tanto por el hecho de dejar una puerta a la impunidad, como por la capacidad de no estar lo suficientemente preparados para tomar la decisión correcta, considero que debe dejarse en manos de los profesionales la investigación y análisis de las actividades que puedan considerarse delictivas en el entorno de la red, y no delegarla en mecanismos semiautomáticos que pueden fallar o ser utilizados con fines poco dudusos. Porque para ello ya existen las Brigadas de Delitos Informáticos de los distintos Cuerpos de Seguridad del Estado.

En seguridad informática o en cualquier otro aspecto de la vida, más vale prevenir que curar.